El juego es un derecho humano
- Lcdo. Fernando A. Cuevas Quintana
- 20 jun 2022
- 2 Min. de lectura
Actualizado: 20 jun 2022
El conocimiento que existe sobre el derecho de la niñez a jugar y tener espacios recreativos y de plena diversión es muy limitado. La ausencia del reconocimiento de este derecho significa una gran barrera frente a la participación activa de la niñez en nuestra sociedad. La Organización de las Naciones Unidas desde la Convención de los Derechos del Niño, específicamente en su artículo 31 reconoce el juego como un derecho. Es importante mencionar que, aunque en esta columna me enfoco en la niñez, el juego va más allá de las edades.
Lamentablemente la niñez ha sido callada y aislada de la realidad social, privándosele de un espacio digno en donde puedan compartir, jugar y esparcirse en conjunto. Esto siendo impulsado por la alta demanda de productividad hacia las personas encargadas de su cuidado, los retos históricos, sociopolíticos, naturales, culturales, económicos, la inatención del Estado, la limitación de acceso a espacios comunes, el empobrecimiento, entre otras realidades que viven las familias, lo cual complejiza el encuentro con el juego.
Se ha demostrado que la niñez expuesta a ambientes seguros, confortables y participativos tiene la oportunidad del desarrollo de su máximo potencial, madurez social, mayor receptividad en el ámbito educativo, entre otros beneficios. Incluso, jugar en las familias fomenta relaciones de cohesión, expresividad y mayor posibilidad para gestionar conflictos. El juego en la niñez ha sido vinculado con el desarrollo de habilidades ejecutivas, verbales y motoras. De igual forma, ha estado altamente conectado con relaciones que fomentan la salud emocional, mental e incluso visto como factor protector ante posibles situaciones complejas. Al mismo tiempo, provee la oportunidad de crear, ser libres y vivir las etapas de la vida a plenitud. Por si fuera poco, el juego también estimula actividades que facilita la imaginación, creatividad y el razonamiento lógico.
Ojalá en algún momento no tenga que expresar los beneficios del juego para capturar tu atención. Anhelo porque un día podamos jugar por jugar, sin que tenga que existir un propósito particular. Debemos ser conscientes que la ausencia del reconocimiento de este derecho significa el inalcance de la dignidad, justicia social y equidad en la niñez. ¿Recuerdas aquel juego que disfrutabas en tu niñez? Esos momentos agradables no se olvidan porque son parte importante de nuestro proceso que nos llevó a descubrir el mundo desde el entusiasmo por acercarnos a lo nuevo desde esta fabulosa actividad.
Las personas adultas asumimos un rol de poder y control casi automático frente a la niñez únicamente sustentado y justificado por la edad. En ocasiones esto fomenta espacios en los que la niñez no es considerada como parte inmiscuida en nuestra sociedad. Es momento de reconocerles, hacerlos parte y exigir espacios que les acerque a sus derechos. Ya inventamos la palabra juego, es momento de dejar que la niñez le dé su propio significado.
Hoy es un buen momento para recordar aquellos juegos que disfrutábamos y practicarlos en conjunto. Creemos espacios de diálogos, compartamos anécdotas y construyamos momentos inolvidables.

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