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La obsesión por niños "genios"

La gestación de un niño comienza a generar expectativas desde antes de su nacimiento. Las familias construyen ideas sobre sus posibles conductas y las experiencias que desean tener junto al nuevo integrante. Incluso, en ocasiones se planifica una fiesta para conocer el sexo del niño anticipando relaciones, gustos, profesiones y hasta las posturas que asumirá la nueva persona que aún no ha conocido el mundo.


Una vez nace, en los primeros años de vida se expone a la enseñanza rápida y competitiva sobre conceptos a los cuales el niño no les encuentra sentido alguno, pero los memoriza y los hace parte de su nueva vida. Es posible que entre adultos o hasta en la escuela se creen competencias para demostrar quién es el “más inteligente”. En esa enseñanza apresurada, cerramos la posibilidad del niño a adentrarse a uno de los procesos cognitivos más importantes para el enfrentamiento con la vida, la imaginación. Limitamos la oportunidad a que pueda ser creativo y ver el mundo desde su perspectiva y no simplemente replique las experiencias, vivencias y deseos de otros.


Esta rapidez del siglo XXI no permite que el niño dirija su proceso de encuentro con la vida, ya que crea un molde basado en la experiencia de terceras personas. Este intento de maduración temprana evita que los adultos se enfoquen en el reconocimiento de elementos cruciales, como motivar al niño a explorar sus propias emociones, acompañarlos en el descubrimiento de nuevas cosas, apoyarlo en sus procesos y reconocer lo que es en esencia, un ser humano que pertenece a nuestro presente.


¿Por qué sucede esto? En parte porque nuestro sistema actual enseña que el éxito es medido por el trabajo y el dinero, partiendo de la concepción de que estos se consiguen por medio de la educación rápida, la inteligencia y la competencia de niños/as que serán adultos. Asunto que obliga a pensar en el futuro y olvidar el presente.


En el ínterin se desdibuja la oportunidad de vivir experiencias plenas que provoquen reconocer el respeto a la niñez como seres humanos. ¿Cómo se enfrenta esto? Exigiendo una sociedad donde los niños puedan ser participantes activos, se les devuelvan sus espacios para la diversión y en el que no se les exija madurar antes de tiempo para ser “genios” obsesionados por el éxito y guiados por los deseos de los adultos.


Mientras tanto, necesitamos escucharlos cuando hablan y estar dispuestos a comprenderlos. Debemos validar lo que sienten y hacernos empáticos mientras se enfrentan a este complejo mundo, devolviendo la oportunidad de jugar y conocer la vida desde sus propios ojos.


En el intento de crear “genios” colocamos a los niños en constantes inseguridades, sobre exigencias e inconformidad desde tempranas edades. Todavía hay tiempo de acompañar a los niños por un camino en el que se sientan parte de nuestra sociedad, donde no se les invisibilice o enmudezca. En este mundo de gigantes, hay niños mirándonos y esperando que nos agachemos para reconocer su existencia.





 
 
 

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©2024 por Lcdo. Fernando A. Cuevas Quintana. 

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