Sonó el timbre escolar
- Lcdo. Fernando A. Cuevas Quintana
- 21 ago 2024
- 2 Min. de lectura
Terminadas las vacaciones de verano llega el momento de introducir las rutinas escolares al hogar. Es muy probable que en los primeros días la (re)adaptación cueste un poco más y es vital que nuestros hijos se sientan acompañados.
La niñez, puede experimentar miedo al cambio, ansiedad por lo desconocido y dificultades en la incorporación a su nuevo espacio académico. Superar estos desafíos requiere un esfuerzo conjunto y un enfoque comprensivo de validación. Para algunos estudiantes puede ser un tanto agotador la integración a su nuevo entorno. Usemos este momento como una oportunidad familiar para escuchar, intentar comprender, acompañar y conocer el mundo del niño desde una perspectiva diferente.
La comunicación activa y participativa se hace esencial para el fomento de ambientes familiares saludables en el comienzo a clases. Es altamente recomendado crear espacios donde los niños puedan verbalizar sus preocupaciones o necesidades relacionadas al nuevo año académico. Seamos cuidadosos con estos espacios porque no deben transformarse en diálogos para imponer expectativas, es preferible escuchar lo que tiene que decir la niñez, permitiendo que se sientan comprendidos y apoyados. Esta conversación abierta evita que los niños carguen con presiones innecesarias que no les pertenecen, facilitando una transición menos estresante y ajustada a la realidad personal y contextual.
Desde la primera semana de clases, es beneficioso establecer acuerdos de rutinas de estudio con la niñez, creando un ambiente de colaboración y entendimiento mutuo. Actividades como dinámicas en la casa y ejercicios para conocer mejor su nuevo ambiente escolar pueden ser muy efectivas para construir una atmósfera de bienestar desde las familias y aliviar las típicas tensiones iniciales. Este enfoque permite que los estudiantes se presenten tal como son, fomentando un inicio positivo y colaborativo. Sino es la primera vez en la escuela, pueden intentar recordar aquellas técnicas que les han sido útiles en otros momentos para manejar las situaciones o incluso estrategias que les pueda funcionar como preparación ante posibles dificultades futuras en el transcurso del año académico. Esta actitud proactiva no solo facilita la aceptación de la nueva realidad, sino que también fomenta un sentido de responsabilidad y autoconcepto en la niñez.
Cuando se trata de manejar la ansiedad o el temor relacionados con el regreso a clases, puede ser útil que junto con el niño descubramos el origen de su preocupación. Estrategias como el juego, el uso de marionetas, dejar contar historias y técnicas de relajación pueden ser efectivas. Siempre tenga espacio para considerar buscar la ayuda de un profesional capacitado en el área.
No podemos dejar a un lado que el uso y abuso de la tecnología también es una preocupación en la realidad del entorno educativo actual. Establecer acuerdos claros sobre el uso de dispositivos, fijar límites y ofrecer alternativas debe convertirse en una conversación prioritaria en la familia, lo que pudiera ayudar a mantener un equilibrio saludable.
Padres, madres y encargados, su participación en el ámbito académico es necesaria. No solo aumenta la motivación y el crecimiento académico, sino que también fortalece las relaciones interpersonales y demuestra a los niños la importancia del apoyo familiar. Una comunicación efectiva entre padres y maestros, basada en la colaboración y la comprensión mutua, es esencial para el desarrollo positivo del estudiante. Es nuestra oportunidad para ser parte de una niñez puertorriqueña que alcance su desarrollo óptimo y su bienestar integral.

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